Para much@s en estas fechas empieza la operación bikini. Los publicistas bien lo saben y cómo no, se aprovechan de las torpezas y los sesgos del ser humano para ganar dinero.
Para empezar, «dieta» viene del griego y significa “modo de vida”. No tiene nada que ver con el término «régimen» que muchas personas aún utilizan y que nos recuerda a guerra civil, escasez y destrucción. Tenemos que cuidar al máximo las palabras, intenciones y pensamientos que aceptamos sin cuestionar. De lo contrario, nos estaremos autoprogramando para fracasar.
Así que, más que un plan exprés, se trataría de crear hábitos que nos acompañen todo el año, vacaciones incluidas. De lo contrario, solo conseguiremos perder la paciencia, el humor y el dinero. Habría que ver luego cómo esto nos afecta en nuestras relaciones, en nuestra autoconfianza y en los pensamientos y sentimientos que tenemos sobre nosotros mismos.
Muchas personas refieren lo incómodo que es sentirse no confiables, al no poder fiarse de uno mismo para conseguir un objetivo determinado y mantenerlo en el tiempo. El adversario está dentro del sistema operativo, y de aquí en adelante lo vamos a llamar “el autoboicot”.
La cuestión de hacer una dieta exprés no juega a favor de la lógica. Para tener una buena composición corporal, es necesaria la constancia. Es fundamental no mantener esta constancia desde la exigencia, sino activar con consciencia el compromiso con uno mismo, desde el amor y no desde el miedo a ganar peso.
Entender y gestionar los factores psicológicos que determinan que no podamos mantener los buenos hábitos es la clave. Así, es posible prevenirnos de nosotros mismos y de las tendencias a descarrilar y volver a desordenarnos en la alimentación.
Desde la psicología diferencial (a la luz del eneagrama de la personalidad) sabemos que cada tipología de personalidad se relaciona con su cuerpo y con sus hábitos de una manera concreta.
Resumiendo, para tener una composición corporal saludable y mantenida en el tiempo, es necesario contar con un buen plan nutricional basado en la evidencia, dominar la inteligencia de los parámetros (la creación de hábitos indestructibles) y tener un mínimo esquema de cómo funciona el cerebro en el que vivimos. Porque, si no sabemos por dónde va a saltar el autoboicot, este, que es más rápido que nuestra conciencia, hará todo lo posible para que no salgamos de la zona de confort, aunque esta zona sea un horror psíquico de impulsos, culpa y negligencia con nuestra salud en los casos más acusados.
Una vez que queda claro que, además de un plan nutricional, necesitamos un trabajo psicológico previo en el que hay que despeinarse, asumimos que esta situación requiere que estudiemos cómo nos saboteamos inconscientemente y que aprendamos a desbloquear esa voz psíquica que tira al suelo nuestra capacidad de esfuerzo.
El misterio y la complejidad de la mente hacen que sea imposible “entenderse y arreglarse” con un simple artículo. Esto requiere la ayuda de un profesional que nos ayude a conocer los entresijos del ego (la personalidad).
Igualmente, a modo de juego, os invito a reflexionar sobre cuáles son las tendencias que nos llevan a subir y bajar de peso de manera cíclica sin conseguir el objetivo necesario o deseado.
1) Personas que se exigen y critican. Pueden aceptar que los demás estén como estén, pero no se consienten a sí mismos la imperfección. Esta exigencia les tensa y la ansiedad provocada por la represión de los impulsos facilita que el autoboicot cometa la contradicción.
2) Personas que cuidan de los demás pero no de sí mismas. Para ellos no preparan lo necesario y acaban comiendo restos o cualquier cosa rápida. Cuanto peor se sienten, más cuidan a los demás. El miedo que les posee es salir del rol de ayudador y que los demás les vean satisfaciendo sus propias necesidades.
3) Personas que priorizan el aplauso por delante de lo demás. Solo se motivan cuando se sienten en competición. Si no hay competencia, tal vez no lo hagan; si no hay reconocimiento y aplauso, se deshinchan. También puede ser que estén tan aferrados a otras ejecuciones profesionales que se olviden de sus emociones y sensaciones, señalando una fuerte desconexión con su ser genuino en pro de la vanidad.
4) Personas que necesitan expresarse más que entrar en acción hacia lo que necesitan. Los estados emocionales raptan y autoboicotean la dirección hacia lo que les da verdadera estabilidad y felicidad. El autoboicot les deja en la zona de sufrimiento y anhelo por lo que otros tienen.
5) Personas enredadas en reflexiones teóricas sobre alimentación saludable. Se hacen expertas en macronutrientes pero no entran en acción, quedándose en parálisis por análisis dentro de su fortaleza mental.
6) Personas atrapadas entre dudas. No se ven a sí mismas y se desatienden, o se preocupan por terrores catastróficos que puedan llegar y se desocupan del presente y de su corporalidad.
7) Personas que no soportan el aburrimiento y van más rápido que su dolor. Caen en la gula y nada es suficiente para calmarse.
8) Personas que se desatienden por estar ocupadas en algún enfrentamiento en vez de crear reinos de amor e igualdad dentro y fuera de sí.
9) Personas a las que la pereza les rapta el ánimo y se abandonan. Ponen por encima de sí mismas otras necesidades del entorno u otras distracciones o justificaciones. Tal vez no son perezosas para otras cosas, pero sí para darse valor, cuidarse y actuar para brillar. En este caso, no querer ver y confrontar el problema es el gran problema.
¿Te identificas con alguna de estas formas de autoboicot en tu nutrición?
Recuerda, detrás de cómo comes hay más de lo que piensas.
Sara Hernández Ramas